🜂 Biografía del Marqués de Montferrat (1939–2020)



El Marqués de Montferrat, nacido en 1939 y fallecido en 2020, fue una de las figuras más significativas y discretas del mundo iniciático contemporáneo. Su vida, marcada desde el origen por el velo del misterio, fue el camino de una restauración espiritual silenciosa que unió filiación, revelación y transmisión.

Quedó huérfano a los pocos días de nacer en Francia a comienzos de la II Guerra Mundial. Su tutela fue asumida por el Príncipe de Ligny-Luxembourg, quien lo envió a Larache, en el Protectorado Español de Marruecos en el norte de África, donde residía su madrina, la Princesa Isabel de Orléans, duquesa viuda de Guisa. Allí creció en un entorno multicultural y ritual, bajo la dirección de los Padres Maristas y ocultando su verdadera identidad bajo un nombre convencional, como protección frente a la historia y el destino.

Fue más tarde enviado a internados en Suiza e Inglaterra, donde desarrolló un carácter contemplativo, reservado y precozmente atraído por lo sagrado. Cursó Estudios Orientales en el Christ Church College de Oxford, donde fue iniciado en la Rosa-Cruz, tradición por la que había sentido desde su adolescencia un profundo llamado interior. Se graduó con honores y consolidó su formación con estudios lingüísticos y místicos que marcaron el inicio de su camino oculto.

Tras su paso por Oxford, se instaló en Alejandría de Egipto, ciudad iniciática por excelencia, donde comenzó su recorrido interior de forma deliberada y ritualizada. Fue allí donde vivió las primeras revelaciones conscientes de su filiación espiritual.

A la edad de 25 años, recibió de su tutor la verdad que había sido velada durante toda su infancia:
su padre había sido el último descendiente directo del Conde de Saint-Germain. Con los documentos hereditarios en su poder, asumió su verdadera identidad y nombre: Emmanuel Rákóczi de Felsővadász.

De entre los títulos de su Casa eligió el que revelaba el origen simbólico de su linaje y su vocación espiritual profunda y que también había usado el Conde de Saint-Germain: el de Marqués de Montferrat.

Ese nombre, escogido libremente, no era una simple referencia nobiliaria, sino una clave hermética, un puente entre Oriente y Occidente, entre el saber oculto y la historia, entre la nobleza de sangre y la nobleza del espíritu.

Desde entonces, el Marqués dedicó su vida al trabajo silencioso de reconstrucción iniciática, integrando órdenes, consolidando transmisiones, y fundando estructuras que hoy conforman el corpus simbólico que el Institut d’Études Symboliques de Genève preserva.

🜂 La hierofanía del Monte Sinaí

Durante una estancia prolongada en el Monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí, el Marqués de Montferrat se hallaba dedicado al estudio de manuscritos coptos y patrísticos, en un clima de retiro contemplativo y trabajo silencioso. En ese contexto vivió una experiencia límite que marcaría un punto de inflexión en su vida interior.

Tras varios días de estudio y recogimiento, perdió súbitamente el conocimiento. Los monjes creyeron que su muerte era inminente. Sin embargo, lo que ocurrió fue una suspensión del estado ordinario de conciencia, un paso al umbral entre los mundos.

En ese estado fue interpelado por tres figuras de luz, vinculadas a distintas formas de la tradición iniciática occidental: Lázaro de Betania, Christian Rosenkreuts y el Conde de Saint-Germain. De esa experiencia recibió la certeza de una misión espiritual irrevocable: retornar no como simple heredero de una tradición, sino como transmisor consciente y legítimo de una corriente viva.

Al recobrar la conciencia, guardó silencio durante un largo periodo, asimilando la magnitud de lo vivido. Comprendió que debía retomar el hilo de una obra interrumpida, y prepararse para una nueva etapa de acción simbólica y doctrinal.

Desde entonces, su vida quedó orientada a una vocación restauradora, en continuidad con la misión de su predecesor el Conde de Saint-Germain y los transmisores de la Tradición Esotérica Occidental.

🜂 El viaje iniciático del Marqués

Tras su muerte y resurrección místicas en el monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí, el Marqués de Montferrat abandonó toda labor académica y emprendió un viaje iniciático por diversas tradiciones vivas, que consolidó el núcleo operativo y simbólico de su obra.

En esta etapa tomó forma la Ordo Rosae Crucis in Arcanis - ORCA, concebida no como una orden más, sino como una estructura viva de síntesis y transmisión, en la que confluyeran, de forma legítima, las grandes corrientes del esoterismo occidental. Fue en este contexto donde el Marqués fue reconocido como Gran Hierofante del presente Ciclo, en calidad de sucesor del Conde de Saint-Germain, portador de la llama iniciática en esta fase del devenir tradicional.

A través de una obra silenciosa y rigurosa, integró en la Ordo los linajes martinista, Èlus Coën, hermético, gnóstico y caballeresco, no como simple suma, sino como reintegración orgánica y operativa, creando su Sistema de los Tres Templos. Esta labor no se construyó en soledad, sino en diálogo profundo con iniciados contemporáneos como Philippe Encausse, Robert Ambelain, Roger Deschamps, Pedro Freire, Gérard Kloppel, Ivan Mosca y André Mauer.

Durante años, el Marqués asimiló enseñanzas, grados y transmisiones no para ostentarlas, sino para reunificar lo disperso y preparar el terreno para una restauración real, libre de sectarismos y desvinculada del protagonismo personal.

Solo al final de este proceso, aceptó los reconocimientos que lo señalaban como legítimo transmisor de múltiples corrientes tradicionales. Entre ellos se cuentan:

Superior Incógnito Iniciado de la Orden Martinista - OM
Comendador del Oriente y Reau-Croix de los Élus Coëns - EC
• Grado 97º, Gran y Poderoso Soberano del Rito Oriental Antiguo y Primitivo de Memphis-Misraïm - ROAPMM
• Fundador de la Orden Martinista Hermética - OMH, por facultad del Representante Soberano de la Tradición
• Soberano Gran Maestro de la Suprema Logia de Seguidores de Atón - SLSA
• Obispo consagrado de la Iglesia Gnóstica Apostólica Universal - IGAU, bajo el nombre de Tau Emmanuel, con el título de Obispo Titular del Monte Sinaí
Príncipe Supremo de Oriente del Gran Priorato de la Orden Interior del Soberano Santuario del Grial de los Pobres Caballeros de Palestina - OISSGPCP

Estos títulos fueron siempre vividos con humildad, como signos funcionales de una misión, no como atributos personales. Su obra fue la de unificador y portador, más que la de fundador visible. Esa misma actitud inspira la acción silenciosa del Institut d’Études Symboliques de Genève - IESGenève que hoy custodia su herencia.

🜂 Vida en exilio. El retiro final del Marqués

Tras su experiencia transformadora en el Sinaí y el desarrollo estructurado de su misión iniciática, el Marqués de Montferrat se estableció en la Costa del Sol en España donde llevó una vida retirada, dedicada a la conservación y transmisión silenciosa de su legado.

En este entorno luminoso y reservado, cultivó una existencia marcada por el recogimiento interior, el estudio contemplativo y la transmisión individualizada de las enseñanzas que había recibido e integrado. Lejos de toda visibilidad pública, su acción se orientó hacia la consolidación final de la obra que le había sido confiada.

Durante esta etapa realizó viajes periódicos por Oriente y Occidente, manteniendo contacto con núcleos discretos y personas seleccionadas, con quienes compartió los elementos esenciales de la Tradición Esotérica Occidental, en continuidad con las líneas que había restaurado y asumido.

Su vida en esta última fase no estuvo orientada a la formación de escuelas ni a la captación de seguidores, sino al reconocimiento silencioso de aquellos llamados a recibir la transmisión, conforme al principio iniciático de la resonancia interior.

A lo largo de estos años, fue acompañado por su discípulo más cercano, C. de Lavarello, quien actuó como copista, testigo y custodio de su enseñanza. Su labor consistió en transcribir con fidelidad las palabras del Marqués, preservar los gestos esenciales de la transmisión, y garantizar la conservación íntegra del depósito simbólico y doctrinal confiado a su cuidado.

Esa labor de transcripción no fue interpretativa, sino documental. Su objetivo no fue adaptar, sino conservar sin alterar. Gracias a esa fidelidad operativa, gran parte del legado del Marqués pudo ser ordenado y hoy forma parte del archivo vivo del Institut d’Études Symboliques de Genève - IESGenève.



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